Este enfoque reconoce que la visión es un proceso dinámico que involucra la interacción entre el sistema visual, el cerebro y el cuerpo, así como el contexto ambiental. Incorpora diversos factores, como la percepción espacial, la atención visual, la coordinación ojo-mano, la percepción del color, la percepción de profundidad y otras habilidades visuales fundamentales.
El desarrollo visual sistémico implica una evaluación exhaustiva de las habilidades visuales de una persona, identificando tanto las fortalezas como las deficiencias en su funcionamiento visual. A partir de esta evaluación, se diseñan intervenciones personalizadas que pueden incluir terapia visual, ejercicios específicos, adaptaciones ambientales y cambios en la rutina diaria para mejorar la función visual.